David Paul Roaten Matvury (51)

El amor los unió. Siendo niños se conocieron y años después se reencontraron. Por una emergencia, solicitaron la asistencia de FAMILIA Acompañantes y hoy, se muestran agradecidos por la atención brindada.

David Paul Roaten Matvury (51)

Socio de FAMILIA Acompañantes y de la Sociedad Médica Universal


Cuando a David Paul Roaten Matvury le confirmaron que padecía esclerosis múltiple, una enfermedad neurodegenerativa, todo cambió para él. En ese momento era un muchacho de 21 años, trabajaba de 12 a 16 horas por día manejando un camión repartidor y vivía en Estados Unidos.  "Dejé el camión de un día para el otro, me propuse volver a la universidad y cambié por completo mi vida", cuenta.

Durante muchos años no tuvo síntomas aparentes, pero como los brotes son imprevisibles lo más prudente fue dejar de conducir, evitar el estrés y procurar una vida más tranquila y saludable.

Pero esos no fueron los únicos cambios: una puerta se abrió de repente y lo trajo directo a Uruguay. David es de nacionalidad estadounidense. De niño vivió en nuestro país porque sus padres eran misioneros bautistas. "Viví aquí de los 5 a los 18 años, me enamoré entonces del país y siempre quise volver. En la iglesia conocí a Alicia, pero cuando regresé a Estados Unidos para ingresar a la universidad  perdimos contacto".

Un día recibió una invitación de amistad en Facebook. Le costó un poco reconocerla después de tantos años, era Alicia que volvía a su vida a través de las redes sociales. "Cuando nos conectamos yo tenía una vida allá, así como ella tenía otra vida aquí, pero empezamos a hablar y me invitó a venir".

Con un dinero extra que había ahorrado vino a Montevideo por tres semanas. "En ese momento usaba silla de ruedas y tenía muchas dudas: el recuerdo que tenía de la ciudad no era bueno, tenía la idea de un lugar sin rampas en las esquinas y me preocupaba mucho mi movilidad, no sabía si el transporte público estaba acondicionado para casos de discapacidad. Y también estaba el tema médico..."

Sin embargo, para su sorpresa, cuando llegó de visita encontró que todo estaba cambiado, para su bien. "No me siento atrapado en esta ciudad. El apoyo y la solidaridad uruguaya existían cuando era joven y ahora existen mucho más. Pero además la ciudad fue creciendo y se hizo inclusiva. Puedo movilizarme de manera independiente y solo uso la silla de ruedas para distancias largas".

"Una noche le dije a Alicia 'quiero ir a la playa´ y fuimos a la zona de Pocitos. Nos sentamos ahí un rato y vimos el atardecer. Yo me puse a llorar y le dije: 'He vuelto a mi casa´. Comenzamos a enamorarnos en ese momento. Hablamos mucho sobre mi enfermedad y le pregunté si estaba segura de nuestra relación y me respondió con un firme `sí´. Nos comprometimos y tiempo después nos casamos en el 2013, vendí todo en Estados Unidos y lo que no pude vender lo regalé y me vine con lo que tenía."

El matrimonio aprendió a valorar el día a día. Buscando un respaldo y mayor tranquilidad, hace unos años Alicia hizo las gestiones y se unieron al plan con cobertura de 24 horas en FAMILIA Acompañantes. El 22 de setiembre de 2018 solicitaron el servicio por primera vez. "David tuvo una convulsión y quedó sin conocimiento", recuerda Alicia Díaz. Fue hospitalizado en el Hospital Italiano: "Como necesitaba de mucha asistencia pedí en FAMILIA  que los acompañantes fueran varones con fuerza y voluntad para ayudarlo. Fue un alivio contar con la asistencia de cuidadores, me apoyaron pila y sentí su ayuda todo el tiempo. Siempre supieron qué hacer y cómo ayudarlo, eso me devolvió la calma y la tranquilidad".

Alicia y David saben que el diagnóstico condiciona sus vidas en muchos aspectos, por eso formaron un hogar lleno de amor y se concentraron en el disfrute de los momentos esenciales y cotidianos, los que hoy tienen a manos llenas. Como dice un viejo proverbio: "El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el día de hoy es un regalo. Por eso se llama presente".