Guadalupe Fiuza Rodríguez (66)

“La gente siempre se queja pero, cuando las cosas suceden al contrario, nadie se mueve y no me parece correcto. Si hacemos un reclamo cuando algo está mal, también podemos hacer una carta cuando algo está bien”.

Guadalupe Fiuza Rodríguez (66)

Socia de FAMILIA Acompañantes y de la Asociación Española

 

Guadalupe es una mujer que contagia alegría. Camina con firmeza y agilidad, casi como dando saltitos. Es moderna y jovial en su manera de vestir y como ella misma destaca: "siempre trato de estar arreglada". En su casa tiene una escalera que va hacia los cuartos; ella asegura que puede subirla y bajarla varias veces al día sin ningún problema.

Jamás alguien podría adivinar que fue operada cuarenta veces a lo largo de su vida. "Tuve tumores benignos que mi cuerpo fabricó en diferentes lugares: las manos, los pies, tiroides o debajo de la lengua".

Guadalupe estaba asociada a una empresa que le ofrecía un servicio de acompañantes pero cuando los llamó durante una de las operaciones le negaron la asistencia. "Inmediatamente me fui y contraté a FAMILIA". El 20 de julio de 2018, Guadalupe fue hospitalizada en la Asociación Española por una hernia discal y pidió asistencia. En principio se le diagnosticó una lumbalgia y estuvo tres meses bajo tratamiento intravenoso, pero no hubo mejoría. "Por momentos tuve mucho dolor, llegué incluso a padecer hipertensión a causa del sufrimiento y la pasé muy mal".

FAMILIA respondió a su llamado y fue entonces que Guadalupe tomó contacto con acompañantes del equipo profesional. "Conocí en especial a una muchacha que era bárbara, no hacía falta que le diga nada porque ella enseguida me ayudaba. Por eso hice una carta, para agradecerle de alguna manera la atención, porque estuvo muy bien y creo que es un buen gesto ser agradecida y destacarlo".

Al día siguiente de su última operación ya Guadalupe pudo levantarse y caminar. "Nunca imaginé que la recuperación iba a ser tan rápida... al quitar el dolor todo lo demás fue como una caricia para mí".

Otra vez en casa, volvió a la dulce rutina de las tareas cotidianas y mirando hacia atrás, decidió devolver de alguna manera las buenas atenciones que tuvo durante su convalecencia. "La gente siempre se queja pero cuando las cosas suceden al contrario nadie se mueve. Si hacemos un reclamo cuando algo está mal, también podemos hacer una carta cuando algo está bien". De puño y letra, escribió: "me sentí bien atendida y cuidada (...) quiero dejar constancia de ello".