Sylvia Alarcón (63)

“Hay que aprender a ser agradecido y expresar nuestros sentimientos. Disfrutar de la vida y de las personas que nos rodean. Son tiempos difíciles y la gente no le da valor a las cosas realmente importantes y que no tienen precio”.

Sylvia Alarcón (63)

Socia de FAMILIA Acompañantes y de la Asociación Española


Controlar el dolor se volvió el eje sobre el que gira la vida de Sylvia Alarcón, quien sufre de una artrosis progresiva y degenerativa que heredó de su madre y que a su vez transmitió a sus dos hijos. Hace unos años fue intervenida quirúrgicamente y desde entonces es sometida a bloqueos cuando el sufrimiento le quita el aliento.

La incertidumbre sobre la posibilidad de caminar libremente tres cuadras para acompañar a su nieta a la escuela, tomar un colectivo, subir o bajar escaleras sin bastón o pasar un rato en la cocina haciendo lo que le encanta hacer -que es cocinar- sin medir el tiempo que lleva parada, ha sembrado un estrés adicional que agrava su situación.

"Son tiempos difíciles y muchas veces la gente no le da valor a las cosas realmente importantes, por eso hay que aprender a ser agradecido y disfrutar de las personas que nos rodean". Esa motivación fue la que llevó a Sylvia a escribir una carta muy sentida después de una de sus convalecencias, porque conoció a miembros del equipo de profesionales de FAMILIA Acompañantes y quedó impactada.

"En una primera instancia, cuando me internaron estuve con dos cuidadoras que no fueron  las mismas que conocí en la segunda oportunidad. Pasé mucho dolor y estuve siempre muy protegida. Recuerdo que cuando me levantaba para ir al baño me arreglaban las sábanas de la cama para que siempre esté bien prolija y se paraban en la puerta diciéndome a cada rato '¿estás bien? ¿Necesitas ayuda?'  Fue algo muy cálido, muy hermoso".

"De repente, la gente no les da el valor que deberían tener" agrega. "Estas personas hacen muchos sacrificios, algunas viven muy lejos y se levantan a la madrugada para llegar a tiempo dejando en casa a sus hijos. Siempre con la mejor disposición, sonriendo y dispuestas a ayudar, dándote alegría y apoyo. Fue excelente".


Diagnóstico y tratamiento

Sylvia es socia de la Asociación Española y tuvo una operación de columna hace unos doce años. Le reconstruyeron las tres últimas vértebras lumbares, implantaron un hueso de su cadera para minimizar la posibilidad de rechazo y fijaron las vértebras con una placa de titanio.

"Yo trabajaba en un laboratorio, era secretaria de la Dirección Técnica y me jubilé porque en determinado momento se me hacía un infierno estar sentada ocho horas frente a la computadora. El dolor se había trasladado a las cervicales y hasta se me adormecían los brazos, los pies, las rodillas. Pero la más afectada era la columna".

El equipo que la operó le adelantó los pormenores de su enfermedad y siguiendo su consejo médico se jubiló cuando recién cumplía los sesenta años. "Sucede que hace poco tiempo tuvimos un problema familiar. Me mudé con mi hija, en unos días tuve que vender y trasladar muebles mientras ella vivía a su vez un momento muy complicado. Fue un desgaste físico y psicológico tremendo que impactó directamente en mi columna".

Sylvia fue internada en dos oportunidades más. En la primera le hicieron un bloqueo que no resultó y a los pocos días el dolor volvió. "Me volvieron a internar y me hicieron un segundo bloqueo, pero me di cuenta ese día que algo no andaba bien". Finalmente hubo un nuevo tratamiento y la calma regresó. 

"Ahora la estoy llevando. Con acupuntura, analgésicos y tratamientos alternativos además de la medicación. Lo más importante es que pueda caminar. Por eso, cuando la vida te da la oportunidad de conocer personas que te dan energía, te levantan el ánimo y te hacen sentir muy querida, eso no tiene precio".